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Camille Claudel

Camille Claudel

Porque soy incorregible, esperé hasta el último día para ir a ver la muestra de Camille Claudel en la Fundación Mapfre, y es una lástima, porque esta es de las exposiciones que se deben visitar varias veces. No sabría describir qué es lo que me produce la obra torturada, increíblemente expresiva, de esta artista francesa. Decir que me abre en canal es una aproximación torpe, por no decir cursi. Tal vez sea por la gran fuerza que se desprende de cada figura, su movimiento, la caída de las telas, la expresión de esos rostros vivos, la vida que recorre esos cuerpos, la precisión de los detalles. Esos dos amantes en cualquier momento se dejan llevar por la urgencia del abrazo y continúan reconociéndose, ajenos a nuestros ojos. Y aquellos dos, los que bailan: casi esperas que terminen la pirueta y se besen. Pero además está la leyenda, hasta cierto punto inseparable de la obra: la aprendiz y amante de Rodin, que nunca dejó a su otra mujer, Rose Beuret, la crisis depresiva en la que se sumió Camille tras la ruptura con él, cuando se encerró a esculpir obsesivamente para luego destruir la mayor parte de su obra, el consecuente encierro en un sanatorio, en donde su familia la recluyó hasta su muerte, treinta años después, sin permitirle esculpir en todo ese tiempo. No logro imaginarme el dolor de esa muerte en vida. Y pienso en la figura suplicante de «La edad madura», la joven desnuda y de rodillas, humillada. Imposible permanecer indiferente mientras se contempla ese instante paralizado en el tiempo. Desde entonces no me desprendo de esa imagen, que está ahí, como acechando, una pieza de la utilería al fondo de un teatro vacío. No sé en qué quiere convertirse. Ya me lo revelará.

 

3 comentarios

ocseneba -

Camille es tan bella, tanto su vida como su obra, tanto que muchas veces Rodin firmó por ella sus obras

Viv -

Qué lástima, mi querida MO! Te hubiera avisado...

MO -

ohhhhhhhhhhh

yo no fui....


qué reseña tan chula!

besos Viv Ojos!