Lo que me pasó hoy
5:50 AM.. Suena el despertador. Ya estaba despierta. No he podido pegar ojo en toda la noche.
6:05 AM. En el espejo del baño mis ojos se ven rojos. Anoche estuve en la Casa de Granada, un bar en Tirso de Molina que queda en la planta alta de un edificio. Desde su terraza se ve Madrid. ¿Por qué estoy levantada a estas horas un día sábado? Porque viene la Comadre, y voy a buscarla al aeropuerto.
6:25 AM. Ya lista, salgo a la calle. Tengo como 5 contracturas en el cuello y los hombros. Todavía es noche cerrada y hace un poco de frío. Como hace tiempo que no salgo a destruirme, me sorprendo al comprobar que hay mucha vida en los alrededores de Atocha: la gente a estas horas sale de las discotecas y se va a tomar churros con chocolate en los bares atestados. No hace mucho yo también hacía lo mismo. Cómo nos cambia la vida. (Lo digo sin ninguna nostalgia, la verdad. Ni por un momento volvería atrás).
6:40 AM. Me monto en el tren hacia Nuevos Ministerios. He quedado con Isabel a las 7 en la estación de Colombia, para seguir las dos al aeropuerto. Se supone que el vuelo de la Comadre llega a las 7, pero entre que salga y busque las maletas calculamos que pasará por lo menos media hora.
7:15 AM. Ya en el aeropuerto, nos damos cuenta de que no tenemos idea de la aerolínea ni mucho menos el vuelo. Mala señal. Vemos en las pantallas que los vuelos procedentes de Caracas llegan a las 7:45. Le enviamos un mensaje a A. (mi ex y compadre de la comadre). Nos responde que ha visto en la página web del aeropuerto que el vuelo salió con retraso y llegará a las 8:05. Isabel y yo nos damos cuenta de que hubiéramos podido dormir una hora más (o al menos permanecer en la cama con los ojos abiertos). Queremos matar a alguien. En vez de eso decidimos tomarnos un café.
7:30 AM. El café con leche y unas galletas nos han devuelto a la vida. Hablamos de todo un poco mientras esperamos que pase el tiempo. Una pareja ha dejado a su bebé en el coche mientras despreocupadamente se dirigen al self-service. En nuestras mentes latinoamericanas no cabe semejante descuido: cualquiera podría llevarse a la bebé. Qué angustia.
8:30 AM. Veo pasar a A. a toda prisa, hacia la puerta 1, por donde debería salir la Comadre. A. tiene el mismo tumbaíto de toda la vida (nos conocemos desde los 17 años).
8:35 AM. El encuentro con A. es cálido y eso me reconforta. Me sorprende sentirme tan distendida. Está más delgado que la última vez que lo vi. En las pantallas, vemos que el vuelo se ha retrasado - ¡hasta las 12:45! A. dice que Santa Bárbara siempre se retrasa. Si hubiera ventanas, me lanzaría por una.
8:37 AM. A. quiere ir a desayunar, pero Isabel se entera de que nuestro amigo Jesús, que trabaja en el aeropuerto y a quien no vemos desde hace años, está de servicio. Decidimos ir a verlo al terminal de vuelos nacionales.
9:30 AM. Nos vamos, pero volveremos. Paramos a desayunar en un café cerca de la casa de Isabel. Al rato ésta se despide. A. y yo nos quedamos conversando y luego me lleva a mi casa. Quiero dormir.
11.00 AM. No puedo dormir.
1:10 PM. A. me pasa buscando para volver al aeropuerto. Qué distinto es ir en carro. En el camino hablamos de todo un poco. Estoy contenta.
1:30 PM. El vuelo de la Comadre ya llegó. Nos ponemos a esperar a que salga.
2:05 PM. Ni rastro de la Comadre.
2:35 PM. Empezamos a ponernos nerviosos. Preguntamos a un vigilante por la Comadre, nos dice que no puede darnos ninguna información, que lo único que podemos hacer es preguntar en la policía. Preguntamos en Santa Bárbara. Nos dicen que a lo mejor la están interrogando. Ni que se tratara de un criminal. ¿Será que le metieron una vaina en la maleta? En la policía nos dan un número de teléfono que siempre está ocupado.
3:15 PM. De la Comadre todavía no se sabe nada y hace más de dos horas que llegó su vuelo. No queremos llamar a su mamá en Caracas porque se va a morir de la angustia. Además, si la Comadre no se hubiera embarcado, nos habrían avisado. El celular de la Comadre tampoco responde.
3:40 PM. Intentamos llamar a la Comadre una vez más, y esta vez, atiende.
-¿Dónde estás?- pregunta A.
-En Caracas responde ella.
La cara de A. se transforma mientras me cuenta, con el auricular en la mano, que es mañana cuando la Comadre llega. ¡La gran caraja nos había dicho a todos que llegaba el sábado a las 7 de la mañana, pero resulta que era el sábado que se embarcaba, y llegaba el domingo! La insultamos. Lógicamente. Y luego nos vamos a descargar nuestra arrechera en un MacDonalds, que no es el mejor lugar para estos menesteres, pero es barato. Que nadie se nos cruce por delante porque lo matamos.
10:00 PM. No tengo la más mínima intención de desplazarme mañana al aeropuerto. A. seguro que sí va, porque es un santo. En cuanto a mí, si alguien se atreve a despertarme antes del mediodía, más le vale que rece por su vida.
6:05 AM. En el espejo del baño mis ojos se ven rojos. Anoche estuve en la Casa de Granada, un bar en Tirso de Molina que queda en la planta alta de un edificio. Desde su terraza se ve Madrid. ¿Por qué estoy levantada a estas horas un día sábado? Porque viene la Comadre, y voy a buscarla al aeropuerto.
6:25 AM. Ya lista, salgo a la calle. Tengo como 5 contracturas en el cuello y los hombros. Todavía es noche cerrada y hace un poco de frío. Como hace tiempo que no salgo a destruirme, me sorprendo al comprobar que hay mucha vida en los alrededores de Atocha: la gente a estas horas sale de las discotecas y se va a tomar churros con chocolate en los bares atestados. No hace mucho yo también hacía lo mismo. Cómo nos cambia la vida. (Lo digo sin ninguna nostalgia, la verdad. Ni por un momento volvería atrás).
6:40 AM. Me monto en el tren hacia Nuevos Ministerios. He quedado con Isabel a las 7 en la estación de Colombia, para seguir las dos al aeropuerto. Se supone que el vuelo de la Comadre llega a las 7, pero entre que salga y busque las maletas calculamos que pasará por lo menos media hora.
7:15 AM. Ya en el aeropuerto, nos damos cuenta de que no tenemos idea de la aerolínea ni mucho menos el vuelo. Mala señal. Vemos en las pantallas que los vuelos procedentes de Caracas llegan a las 7:45. Le enviamos un mensaje a A. (mi ex y compadre de la comadre). Nos responde que ha visto en la página web del aeropuerto que el vuelo salió con retraso y llegará a las 8:05. Isabel y yo nos damos cuenta de que hubiéramos podido dormir una hora más (o al menos permanecer en la cama con los ojos abiertos). Queremos matar a alguien. En vez de eso decidimos tomarnos un café.
7:30 AM. El café con leche y unas galletas nos han devuelto a la vida. Hablamos de todo un poco mientras esperamos que pase el tiempo. Una pareja ha dejado a su bebé en el coche mientras despreocupadamente se dirigen al self-service. En nuestras mentes latinoamericanas no cabe semejante descuido: cualquiera podría llevarse a la bebé. Qué angustia.
8:30 AM. Veo pasar a A. a toda prisa, hacia la puerta 1, por donde debería salir la Comadre. A. tiene el mismo tumbaíto de toda la vida (nos conocemos desde los 17 años).
8:35 AM. El encuentro con A. es cálido y eso me reconforta. Me sorprende sentirme tan distendida. Está más delgado que la última vez que lo vi. En las pantallas, vemos que el vuelo se ha retrasado - ¡hasta las 12:45! A. dice que Santa Bárbara siempre se retrasa. Si hubiera ventanas, me lanzaría por una.
8:37 AM. A. quiere ir a desayunar, pero Isabel se entera de que nuestro amigo Jesús, que trabaja en el aeropuerto y a quien no vemos desde hace años, está de servicio. Decidimos ir a verlo al terminal de vuelos nacionales.
9:30 AM. Nos vamos, pero volveremos. Paramos a desayunar en un café cerca de la casa de Isabel. Al rato ésta se despide. A. y yo nos quedamos conversando y luego me lleva a mi casa. Quiero dormir.
11.00 AM. No puedo dormir.
1:10 PM. A. me pasa buscando para volver al aeropuerto. Qué distinto es ir en carro. En el camino hablamos de todo un poco. Estoy contenta.
1:30 PM. El vuelo de la Comadre ya llegó. Nos ponemos a esperar a que salga.
2:05 PM. Ni rastro de la Comadre.
2:35 PM. Empezamos a ponernos nerviosos. Preguntamos a un vigilante por la Comadre, nos dice que no puede darnos ninguna información, que lo único que podemos hacer es preguntar en la policía. Preguntamos en Santa Bárbara. Nos dicen que a lo mejor la están interrogando. Ni que se tratara de un criminal. ¿Será que le metieron una vaina en la maleta? En la policía nos dan un número de teléfono que siempre está ocupado.
3:15 PM. De la Comadre todavía no se sabe nada y hace más de dos horas que llegó su vuelo. No queremos llamar a su mamá en Caracas porque se va a morir de la angustia. Además, si la Comadre no se hubiera embarcado, nos habrían avisado. El celular de la Comadre tampoco responde.
3:40 PM. Intentamos llamar a la Comadre una vez más, y esta vez, atiende.
-¿Dónde estás?- pregunta A.
-En Caracas responde ella.
La cara de A. se transforma mientras me cuenta, con el auricular en la mano, que es mañana cuando la Comadre llega. ¡La gran caraja nos había dicho a todos que llegaba el sábado a las 7 de la mañana, pero resulta que era el sábado que se embarcaba, y llegaba el domingo! La insultamos. Lógicamente. Y luego nos vamos a descargar nuestra arrechera en un MacDonalds, que no es el mejor lugar para estos menesteres, pero es barato. Que nadie se nos cruce por delante porque lo matamos.
10:00 PM. No tengo la más mínima intención de desplazarme mañana al aeropuerto. A. seguro que sí va, porque es un santo. En cuanto a mí, si alguien se atreve a despertarme antes del mediodía, más le vale que rece por su vida.
6 comentarios
Caribe -
la gente saliendo de rumbear... Me teletransporto! Me gusto como escribistes este, creo q es la primera vez q me paso x aca.
Horacio -
SuperVivi -
La Minimi -
xim -
Y a tomarselo con soda.
Saturno -