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sopotocientos

Lluvia

Todo el día lloviendo. El paraguas, el autobús, las carpetas. Se hace tarde. El reloj. Las botas. Entrar y salir y volver a entrar una vez más y de nuevo la lluvia, de nuevo. El agua se mete por las ranuras, se cuela en la cartera, me moja los libros. Yo no paro. No tengo tiempo. Si saber cómo, de pronto ya no estoy. Sigo moviéndome, alguien (¿mi mano?) sostiene el paraguas. No soy yo. Ya no estoy. Me quedé agazapada en algún portal, en alguna boca de metro, en la cama que estaba tan tibia antes de salir por la mañana. Esta otra, la que lleva el paraguas, se mueve con eficiencia, pero sin sentido. El paraguas. El metro. Las mismas palabras gastadas. Sigue lloviendo.

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