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sopotocientos

Despedidas

Hay quien contaría su vida en términos de éxitos y fracasos. Hay quien lo haría en términos de amores, o de posesiones, o de logros, o incluso de libros leídos (como Borges). Yo lo haría en términos de despedidas en aeropuertos.

A veces soy yo la que se va, a veces son personas queridas. Últimamente esa es la tendencia. Primero fue la Comadre, en octubre. Me dejó la sensación de que no la pude disfrutar lo suficiente, de que los días se habían ido muy rápido. Hacía más de dos años que no la veía (el tiempo que tengo sin ir a Caracas), y nuestro encuentro transcurrió como si nunca nos hubiéramos despedido. Sólo me di cuenta del tiempo que habíamos estado sin vernos cuando nos dimos el abrazo final en el aeropuerto de Madrid, ese lugar que conozco tan bien y que no sé si adoro o detesto, antes de que la Comadre tomara el avión de vuelta a esa ciudad en la que no vivo desde hace siete años, siete.

Hace unos días se fueron Virginia y Juan, mi hermana y mi cuñado, que vinieron a pasar la Navidad con nosotros. Al principio, los ves en un contexto que no es el habitual (Madrid) y algo no te cuadra. Pero luego te vas acostumbrando a su presencia y tenerlos aquí es como unir tus dos mundos y te preguntas cómo has podido estar sin ellos tanto tiempo. Y entonces se acaban los días y se van. Y otra vez tienes que acostumbrarte a Madrid sin ellos.

Y con cada despedida hay un pequeño desgarro. Siento que voy dejando migajitas de mí misma aquí y allá. Siempre hay algo que me falta. Será el precio de vivir lejos... pero fui yo quien lo quiso así. En fin.

Si cuento mi vida en despedidas, la conclusión a la que llego es que mi vida ha sido larga. Pero si la veo en términos estrictamente cronológicos, me doy cuenta de que tampoco lo ha sido tanto (¿verdad? ¿Qué son 33 años a fin de cuentas? Nada). Lo que significa que hay una diferencia abismal entre lo vivido y el tiempo en que se mide. Lo que significa que la edad es relativa. Lo que significa que me estoy yendo por las ramas cuando en realidad lo que quería era hablar de despedidas.

Me haces falta, Virgi.

1 comentario

Liz -

Te entiendo perfectamente, te cuento que me vine a Madrid hace 4 años y todavía no he vuelto, te imaginarás mi guayabo.

Saludos desde Canillejas

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