Blogia
sopotocientos

Digresiones de principios de otoño

Resulta que mi blog ya cumplió un año y ni cuenta me di. Uno va por la vida así, de aquí para allá, y los días se suceden y pasan los meses y los años y uno sigue con la misma carrera. En fin. El asunto es que ya hace un año que empecé este experimento, y sigue siendo un experimento. Básicamente.

El verano ya da paso al otoño y la luz empieza a cambiar. Todo empieza otra vez. La semana que viene comienzan mis clases, lo que significa que hay que volver al madrugón. Nuevo año académico, nuevos alumnos. A ver quién toca esta vez.

Este año, sin embargo, las cosas van a ser un poco distintas. He establecido prioridades y he decidido que voy a ordenar mi vida en torno a la escritura. Es fácil decirlo, pero no ha sido nada fácil llegar a esta decisión. En primer lugar, porque nunca me he tomado demasiado en serio como escritora, y en segundo lugar, porque pensaba que era imposible. Pero, he decidido ser valiente y darle a la escritura el lugar que le corresponde. Se acabó el robar tiempo para escribir. Afortunadamente, ser profesora de inglés en empresas es una gran ventaja porque uno se hace su propio horario, y he decidido no trabajar después de las 4 de la tarde. Es verdad que a veces se hace cuesta arriba, los alumnos cancelan las clases y no las cobro, se ponen pesados, se me agotan las ideas, no encuentro materiales que valgan la pena, los autobuses siempre van llenos y la cantidad de libros, carpetas, cassettes y afines que tengo que llevar de aquí para allá me destroza la espalda, PERO... tengo tiempo para escribir, y no gano mal. Qué mas puedo pedir.

De manera que ahora la prioridad absoluta es la novela. Llevo 84 páginas. Hay días que fluye y días que no. Hay días que la adoro y días que la detesto. Hay días y días, pero yo, contra todo pronóstico, me aparezco y sigo trabajando. Yo misma me asombro. No parezco yo.

1 comentario

rocío -

Animo Vivian. Te entiendo bien pues tus cuestiones son las mías, y tus inquietudes tan afines que me entra hasta la risa. Yo voto por la escritura y por ese gusano siempre insatisfecho llamado cretividad, que no para de revolverse dentro de una.