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El tiempo pasa

El tiempo pasa (Después de preguntarme durante varios días si podría volver a acceder a mi blog en algún momento o si tendría que despedirme definitivamente de él, aprovecho este momento de tranquilidad laboral para postear, porque no sé cuándo Blogia me volverá a dejar hacerlo).

Voy a ser tía por primera vez. Parece que fue ayer cuando mi hermana y yo compartíamos el cuarto en casa de mis papás, y ahora va a tener un bebé. Tanto ella como yo queríamos tener nuestra propia habitación, pero no la tuvimos nunca. En realidad Virgi sí la tuvo, cuando yo me casé y le dejé el cuarto a ella, pero de eso hablaré después. El hecho es que no es una tontería compartir el mismo cuarto con la misma persona durante 23 años.

Yo, personalmente, siempre he sido muy territorial. Ya que no podía tener un cuarto para mí sola, marcaba mi propio territorio en el cuarto que compartía con Virginia: mi escritorio, mi silla, mi cama. Por eso no podía soportar cosas como que Virginia dejara las toallas húmedas sobre mi cama, por ejemplo. Si se acuerdan del demonio de Tazmania, eso da más o menos una idea de cómo me ponía. El tiempo y la experiencia me han aplacado, pero reconozco que podía llegar a ser terrrible. Virgi, en cambio, no entendía esos arranques míos. Para ella era igual dejar la toalla sobre mi cama que sobre la suya o en cualquier otro lugar, esas cosas no tenían la más mínima importancia. Muchas veces nos quedábamos hablando por la noche, con la luz apagada y desde nuestras respectivas camas. A veces hablábamos hasta muy tarde, y el despertador sonaba a las 6 pero nosotras seguíamos durmiendo, y tenía que venir mi papá dando palmadas y diciendo, "niñitas, colegio", y siempre llegábamos tarde, aunque el colegio quedaba a 10 minutos de mi casa.

Quizá por ser tan distintas y estar condenadas a compartir el mismo espacio hubo un tiempo en el que estuvimos a años luz de distancia, aunque durmiéramos a pocos metros. Virginia estudiaba odontología y yo, comunicación social. Ella dejaba por ahí sus dientes y otras asquerosidades, yo guardaba pulcramente mi cámara y mi carpeta de poemas bajo llave. Cuando me tocó terminar la tesis, Virginia no tuvo ningún reparo en cedernos el cuarto a mí y a mi compañera para que trabajáramos toda la noche (y todo el día) mientras ella dormía en la sala. Lo hizo con la misma generosidad y el mismo desprendimiento que siempre tuvo. Yo no hubiese podido dejar que invadieran mi espacio de esa forma. La verdad es que yo era odiosa, ahora que lo pienso. A lo mejor todavía lo soy y no me he dado cuenta.

Por eso, cuando finalmente me fui, dejándole a Virgi todo el espacio del mundo para que abandonara las toallas donde ella quisiera, pensé que para ella sería un alivio. Pero nunca voy a olvidar el llanto de Virgi la primera vez que fue a visitarme a mi nueva casa, todavía sin muebles. Al despedirnos en la puerta se colgó de mis hombros y me dijo que no quería volver a nuestro cuarto si yo no estaba. En ese momento me di cuenta de que toda nuestra relación de hermanas había estado plagada de malentendidos e incomprensión. Hasta muy poco siguió estándolo, pero yo creo que el tiempo y la madurez los han ido diluyendo. Y eso no es cualquier cosa para dos hermanas que compartieron el mismo cuarto durante tanto tiempo, y que ahora viven con un océano de por medio.

Y ahora, cuando mi reloj biológico hace años que empezó a dar la voz de alarma (el tiempo pasa, el tiempo pasa, el tiempo pasa), mi hermanita va a tener un bebé. La misma que hasta hace poco sólo me llamaba cuando tenía un problema (cosa que al principio me molestaba pero a la larga empecé a agradecer), a veces esquiva y a veces accesible, pero siempre entrañablemente linda, ahora se me adelanta por primera vez --porque siempre he sido yo, la mayor, la primera en vivir las cosas: el primer beso, el primer viaje sola, el primer gran desencanto... Yo siempre la voz de la experiencia, y mi hermanita llamando para contarme sus cosas porque yo ya había pasado por eso... Es tan grande que ahora vaya a ser al revés. Y va a ser tan grande cargar a esa criaturita, tan grande que todavía no me lo creo. En realidad me parece que no lo puedo poner en palabras, así que para qué decir más.

1 comentario

Gusblog -

Felicidades por tu blog es muy genial paisana, que yo tambien vivo en Madrid, espero q coincidamos algun dia, asi tengo otro blogger en mi lista de conocidos, cuidat y te mando un super beso
Gusblog